Durante el final de la Edad Media, Madrid experimentó un crecimiento astronómico, como consecuencia de su creación como la nueva capital del imperio español. En España (al igual que muchos otros países europeos) siguió a centralizar la autoridad real, esto significaba que el Madrid le dio una gran importancia como centro de administración para el Reino español. Se desarrolló para convertirse en un importante núcleo de actividad artesanal que finalmente experimentó la revolución industrial durante el siglo 19. La ciudad avanzó aún más en la expansión durante el siglo 20, especialmente después de la Guerra Civil Española, llegando a niveles de industrialización que se encuentran en otras capitales europeas. La economía de la ciudad se centró entonces en las industrias manufactureras diversas, tales como los relacionados con vehículos a motor, aeronaves, productos químicos, aparatos electrónicos, productos farmacéuticos, alimentos procesados, materiales impresos y artículos de cuero.